Nada como el olor a mar, el tacto del salitre sobre la piel y ese sol, “tan nuestro”, para sentirse de golpe en casa, en esa especie de arraigo que de alguna forma ejerce la playa con la propia tierra… Playas que atraen a quienes vienen de fuera y que aplacan también la morriña de quien circunstancialmente se encuentra desplazado, haciendo por ejemplo las Americas. Jenny y Julián quisieron disfrutar de cada momento de esta vuelta a casa tan especial. Compartimos risas, bailes, y bellos instantes durante la boda y preboda, siempre en un entorno maravilloso, aquí, en casa. Gracias chicos por querer que os acompañáramos. La próxima sesión, en USA! 😉