Quitando los profesionales y unos pocos elegidos, el resto de los mortales no estamos acostumbrados a que nos retraten unos desconocidos con cámaras muy gordas. Puede llegar a intimidarte un poco, más aun el día de tu boda. Es lógico que surjan ciertas dudas, que se desvanecen una vez nos conoces y sobre todo durante la preboda. El truco no está en desaparecer (como fotógrafo), si no en “ejercer” de amigo con cámara. El que tenga dudas, que les pregunte a nuestros amigos Mina e Ivan. 😉